11 de febrero de 2015

Siempre te quisimos Ricardo


El actor argentino Ricardo Bauleo murió 24 de abril de 2014. El triste suceso desata varias reflexiones donde se mezclan la necrológica del querido Ricardo con recuerdos personales, su ineludible relación con el personaje de los Superagentes y el triste final de un actor popular como pocos en medio del olvido y la desconsideración al que son sometidos muchos grandes en la vejez y el final de sus días. Recuerdos y emoción. Tristeza y vergüenza por el final de Ricardo Bauleo.


A Ricardo le gustaban las minas, el whisky y la noche. Lo confesó el mismo a los 73 años en una entrevista televisiva con Baby Etchecopar hace exactamente hace un año y a un par de meses antes de su muerte. Sincero, natural, espontaneo y entrañable, así se lo vio delante de las cámaras en una charla que nos hizo saber de sus recuerdos, anécdotas, pensamientos y su situación personal. Se le veía bien, entero, vital, sin sospechar que esa entrevista sería la última. Moriría dos meses después en el Hospital Español de Buenos Aires después de vivir enfermo y olvidado en un cuarto de la mutual de la Casa del Teatro. Ricardo Merecía un final mejor.

Bauleo fue un actor que se metió en el corazón de su público inconscientemente, poco a poco y sin preverlo. Varias generaciones de argentinos disfrutaron de su presencia en la pantalla y de su trabajo en medio centenar de films de todo tipo y calidad. El cine, el teatro y la televisión contaron con su figura varonil, simpática y atrevida. En su apogeo profesional durante los primeros 70s y de la mano del genial Emilio Vieyra encarnó al agente secreto Apolo (que luego pasaría a llamarse Tiburón) en "La Gran Aventura", la primera película argentina de acción y espionaje con toques de humor y comedia. Sin duda Bauleo fue el Bond argentino acompañado por sus compinches Víctor Bó y Julio De Grazia. Ellos fueron Los Superagentes e hicieron 9 películas de una saga de culto entre 1974 y 1983. El entretenimiento y la diversión sin más pretensiones fueron las claves de un éxito histórico del cine argentino jamás igualado. Filas interminables en la entrada de los cines para ver a Tiburón (Bauleo), Delfín (Bó) y Mojarrita (De Grazia) enfrentando a los más variopintos villanos en situaciones insólitas y desopilantes. Entre coches deportivos, persecuciones endemoniadas, bellas mujeres, golpes, tiros y explosiones de bajo presupuesto hicieron las delicias de un público que buscaba distracción en medio de tiempos de crueles tormentas políticas y sociales.

Ricardo encarnó al galán del trío de agentes y como el mismo cuenta en su última entrevista todavía le llamaban Tiburón por la calle. Y no le molestaba a pesar de que a partir de entonces fue imposible disociar al personaje del actor. Ricardo era Tiburón y Tiburón era Ricardo.


"La Gran Aventura" fue una de las películas más taquilleras del cine argentino. Por entonces pasaron por taquilla la friolera de 1 millón de espectadores en un mes permaneciendo por meses en cartelera sin contar los los pases en los innumerables cines de barrio que existían por entonces. Aún hoy la película sigue pasándose exitosamente en televisión.

Con "La Gran Aventura" nació la saga de los agentes y a ella le siguieron (ya sin la dirección de Vieyra)  "La Super, Super Aventura" (1975), "La Aventura Explosiva" (1976),  "Los Superagentes Biónicos" (1977), "Los Superagentes y el Tesoro Maldito" (1977), "Los Superagentes no se rompen" (1979), "La Aventura de los Paraguas Asesinos" (1979), "Los Superagentes contra todos" (1980), y "Los Superagentes y la Gran Aventura del Oro" (1980). A partir de 1974 Bauleo comenzó a caminar por la senda que recorren las leyendas del celuloide argentino.


Pero antes de encarnar al agente secreto fue a mediados de la década del 60 el actor predilecto del inefable director Emilio Vieyra. Participó en films como "Placer sangriento", "La vida continúa", "Gitano", "La venganza del sexo" y "Sangre de Vírgenes". Vieyra no perdió oportunidad de contar con Bauleo en ese período en que sentó las bases para convertirse en un director mundialmente conocido por su curiosísima producción. De la lista firmada por Vieyra compartió cartel nada menos que con Sandro en "La vida Continúa" y  "Gitano" en la cúspide del éxito del cantante. Ricardo Bauleo fue el rostro de la época y su protagónico en las imprescindibles de cine B argentino  "Placer sangriento" y "Sangre de Vírgenes" hicieron de él un actor fetiche de un autentico director de culto y eso es muy pero muy grande.


Hoy resulta triste oír de su propia boca en la citada entrevista decir que era un necesitado. Con una mirada tierna y entrañable intentaba convencernos de que su vida cotidiana en la Casa del Teatro era lo mejor para él. Sus ojos no podían esconder una tristeza profunda e inevitable. Sufría de “EPOC”, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, y eso junto a un ritmo de vida intenso durante años y su espíritu indomable tal vez lo llevó a vivir y a morir solo. “Yo me enamoraba y me casaba. Era lindo.” Lo hizo tres veces y tuvo dos hijas. Se reconoció bohemio: “Yo salía mucho de noche, desde pibe. Yo salía a tomar copas con Ulises Petit de Murat, Roberto “El Flaco Aroldi”, Luis Medina Castro, Norma Aleandro, Ernesto Bianco…Yo tomaba whisky y los escuchaba hablar. Era un placer.” 



No poseía ni siquiera fotos de tantos momentos memorables vividos pero de los que no tenía conciencia de que lo eran: “¿Sabés que no tengo fotos de nada de eso? Yo hacía una película y hacia una película…¡Y ahora son de culto!” contaba con sorpresa.Confesó lo que le había sucedido hacía pocos minutos antes de entrar al plató para grabar la entrevista: “Es fulero cuando llegas a la puerta del canal y te dicen: ¿Cómo se llama usted? Y cuando le dije a la chica de la puerta encima me pusieron “Baulero”. Qué vas a hacer…”

Bauleo fue un protagonista de un Buenos Aires y una Argentina esplendorosa pero perdida para siempre, un testigo de una época en que todos éramos mucho más simples e ingenuos y en el que no dejábamos de sorprendernos. La cruel ingratitud de una sociedad sin memoria, sin intereses y sin corazón golpea fatalmente a tantos que, como Ricardo Bauleo, dieron todo por su público. Tantos que como él que nos han hecho tan felices con el paso del tiempo terminan siendo sombras olvidadas en una cama de hospital o en la fría estancia de un hotel barato.

Ricardo Bauleo ya no está. Víctor Bó, el único Superagente vivo (Julio De Grazia se suicidó en 1989) contó con un dejo amargo al día siguiente de la muerte de Bauleo qué en los últimos años no fue feliz. La triste paradoja de los que han dado tanta felicidad a tantos. La maldición de los viejos que mayoritariamente mueren en la miseria y la soledad porque simplemente ya son viejos en un mundo que solo quiere y reconoce a los jóvenes y a los bellos. Triste pero cierto.

Algunos todavía conservamos algo de memoria y tenemos la suerte de poder ver una y otra vez  "La Gran Aventura" y volver a ser felices. Eso sí, solo espero que algún día ayudemos y agradezcamos en vida a tantos mitos populares caídos en el olvido.

Y con esa sonrisa inconfundible y mirando como siempre a los ojos Tiburón se confiesa por última vez: “Las minas, el whisky, la noche… todo eso sí. Me gusta.” Ricardo Bauleo dixit, Ricardo Bauleo eterno.