El
actor argentino Ricardo Bauleo murió 24 de abril de 2014. El triste suceso desata
varias reflexiones donde se mezclan la necrológica del querido Ricardo con recuerdos
personales, su ineludible relación con el personaje de los Superagentes y el
triste final de un actor popular como pocos en medio del olvido y la desconsideración
al que son sometidos muchos grandes en la vejez y el final de sus días.
Recuerdos y emoción. Tristeza y vergüenza por el final de Ricardo Bauleo.
A
Ricardo le gustaban las minas, el whisky y la noche. Lo confesó el mismo a los
73 años en una entrevista televisiva con Baby Etchecopar hace exactamente hace
un año y a un par de meses antes de su muerte. Sincero,
natural, espontaneo y entrañable, así se lo vio delante de las cámaras en una
charla que nos hizo saber de sus recuerdos, anécdotas, pensamientos y su
situación personal. Se le veía bien, entero, vital, sin sospechar que esa
entrevista sería la última. Moriría dos meses después en el Hospital Español de
Buenos Aires después de vivir enfermo y olvidado en un cuarto de la mutual de
la Casa del Teatro. Ricardo Merecía un final mejor.
Bauleo
fue un actor que se metió en el corazón de su público inconscientemente, poco a
poco y sin preverlo. Varias generaciones de argentinos disfrutaron de su presencia
en la pantalla y de su trabajo en medio centenar de films de todo tipo y
calidad. El cine, el teatro y la televisión contaron con su figura varonil,
simpática y atrevida. En
su apogeo profesional durante los primeros 70s y de la mano del genial Emilio
Vieyra encarnó al agente secreto Apolo (que luego pasaría a llamarse Tiburón) en "La
Gran Aventura", la primera película argentina de acción y espionaje con toques
de humor y comedia. Sin duda Bauleo fue el Bond argentino acompañado por sus
compinches Víctor Bó y Julio De Grazia. Ellos fueron Los Superagentes e hicieron
9 películas de una saga de culto entre 1974 y 1983. El entretenimiento y la diversión
sin más pretensiones fueron las claves de un éxito histórico del cine argentino
jamás igualado. Filas interminables en la entrada de los cines para ver a
Tiburón (Bauleo), Delfín (Bó) y Mojarrita (De Grazia) enfrentando a los más
variopintos villanos en situaciones insólitas y desopilantes. Entre coches
deportivos, persecuciones endemoniadas, bellas mujeres, golpes, tiros y
explosiones de bajo presupuesto hicieron las delicias de un público que buscaba
distracción en medio de tiempos de crueles tormentas políticas y sociales.
Ricardo
encarnó al galán del trío de agentes y como el mismo cuenta en su última
entrevista todavía le llamaban Tiburón por la calle. Y no le molestaba a pesar
de que a partir de entonces fue imposible disociar al personaje del actor.
Ricardo era Tiburón y Tiburón era Ricardo.
"La Gran Aventura" fue una de las películas más taquilleras del cine argentino. Por
entonces pasaron por taquilla la friolera de 1 millón de espectadores en un mes
permaneciendo por meses en cartelera sin contar los los pases en los innumerables
cines de barrio que existían por entonces. Aún hoy la película sigue pasándose
exitosamente en televisión.
Con "La Gran Aventura" nació la saga de los agentes y a ella le siguieron (ya sin la
dirección de Vieyra) "La Super, Super Aventura" (1975), "La Aventura Explosiva" (1976), "Los Superagentes Biónicos" (1977), "Los Superagentes y el Tesoro Maldito" (1977), "Los Superagentes no se rompen" (1979), "La Aventura de los Paraguas Asesinos" (1979), "Los Superagentes contra todos" (1980), y "Los Superagentes y la Gran Aventura del Oro" (1980). A partir de 1974 Bauleo comenzó a caminar por la
senda que recorren las leyendas del celuloide argentino.
Pero
antes de encarnar al agente secreto fue a mediados de la década del 60 el actor
predilecto del inefable director Emilio Vieyra. Participó en films como "Placer sangriento", "La vida continúa", "Gitano", "La venganza del sexo" y "Sangre
de Vírgenes". Vieyra no perdió oportunidad de contar con Bauleo en ese período en
que sentó las bases para convertirse en un director mundialmente conocido por su
curiosísima producción. De la lista firmada por Vieyra compartió cartel nada
menos que con Sandro en "La vida Continúa" y "Gitano" en la cúspide del éxito del
cantante. Ricardo Bauleo fue el rostro de la época y su protagónico en las
imprescindibles de cine B argentino "Placer sangriento" y "Sangre de Vírgenes" hicieron de él un actor fetiche de un autentico director de culto y eso es muy
pero muy grande.
Hoy
resulta triste oír de su propia boca en la citada entrevista decir que era un
necesitado. Con una mirada tierna y entrañable intentaba convencernos de que su
vida cotidiana en la Casa del Teatro era lo mejor para él. Sus ojos no podían
esconder una tristeza profunda e inevitable. Sufría
de “EPOC”, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, y eso junto a un ritmo de
vida intenso durante años y su espíritu indomable tal vez lo llevó a vivir y a
morir solo. “Yo me enamoraba y me casaba. Era lindo.” Lo hizo tres veces y tuvo
dos hijas. Se
reconoció bohemio: “Yo salía mucho de noche, desde pibe. Yo salía a tomar copas
con Ulises Petit de Murat, Roberto “El Flaco Aroldi”, Luis Medina Castro, Norma
Aleandro, Ernesto Bianco…Yo tomaba whisky y los escuchaba hablar. Era un
placer.”
No
poseía ni siquiera fotos de tantos momentos memorables vividos pero de los que
no tenía conciencia de que lo eran: “¿Sabés que no tengo fotos de nada de eso? Yo
hacía una película y hacia una película…¡Y ahora son de culto!” contaba con
sorpresa.Confesó
lo que le había sucedido hacía pocos minutos antes de entrar al plató para
grabar la entrevista: “Es fulero cuando llegas a la puerta del canal y te dicen:
¿Cómo se llama usted? Y cuando le dije a la chica de la puerta encima me pusieron
“Baulero”. Qué vas a hacer…”
Bauleo fue un protagonista de un Buenos Aires y una Argentina esplendorosa pero perdida para siempre, un testigo de una época en que todos éramos mucho más simples e ingenuos y en el que no dejábamos de sorprendernos. La
cruel ingratitud de una sociedad sin memoria, sin intereses y sin corazón
golpea fatalmente a tantos que, como Ricardo Bauleo, dieron todo por su
público. Tantos que como él que nos han hecho tan felices con el paso del
tiempo terminan siendo sombras olvidadas en una cama de hospital o en la fría estancia
de un hotel barato.
Ricardo
Bauleo ya no está. Víctor Bó, el único Superagente vivo (Julio De Grazia se
suicidó en 1989) contó con un dejo amargo al día siguiente de la muerte de
Bauleo qué en los últimos años no fue feliz. La triste paradoja de los que han
dado tanta felicidad a tantos. La maldición de los viejos que mayoritariamente
mueren en la miseria y la soledad porque simplemente ya son viejos en un mundo
que solo quiere y reconoce a los jóvenes y a los bellos. Triste pero cierto.
Algunos
todavía conservamos algo de memoria y tenemos la suerte de poder ver una y otra vez "La Gran Aventura" y volver a ser felices. Eso sí, solo espero que algún día
ayudemos y agradezcamos en vida a tantos mitos populares caídos en el olvido.
Y
con esa sonrisa inconfundible y mirando como siempre a los ojos Tiburón se confiesa
por última vez: “Las minas, el whisky, la noche… todo eso sí. Me gusta.” Ricardo
Bauleo dixit, Ricardo Bauleo eterno.