7 de marzo de 2016

COMANDO SUICIDA 2016. El regreso de la bestia


El sol, implacable en febrero de 2016 en Buenos Aires, no dejaba ni un minuto de castigar el asfalto. El calor hacía difícil, casi imposible salir a la calle y sin embargo él ahí estaba después de más de una hora en colectivo, para verme. Hay que querer realmente a un amigo para hacer tal esfuerzo... Gorra, pantalón de gimnasia de San Lorenzo, un par de viejas zapatillas y una camisa a cuadros. Llevaba una bolsa de plástico colgada de su mano izquierda, que no impidió fundirnos en un abrazo postergado por más de treinta años. Volvía a verme con Sergito de COMANDO SUICIDA. El mismo barrio, los mismos protagonistas pero esta vez cincuentones y castigados.

Hay relaciones curiosas que a pesar del paso del tiempo y la distancia poco cambian y esta es una de ellas. Historias, lugares, motivaciones, episodios y recuerdos comunes tal vez sean la explicación…o tal vez no, pero la cuestión es que la sintonía fue mutua e instantánea. Después del lógico ponerse más o menos al día mediado por una cerveza helada comenzaron a salir las cosas de hoy y afortunadamente los proyectos y el futuro de COMANDO SUICIDA: la fecha de mañana, el nuevo disco y como seguir en la ruta después de décadas de una historia con un grupo dueño de una mística única e irrepetible, al que siempre las cosas se le han puesto difíciles, igual que al mismo Sergito en su vida personal. 

Cuidado, esto se entiende porque desde el primer momento ha elegido el camino difícil, el no transitado, el pionero, el más riesgoso y por el que nadie ha querido ir. Optar por ser skinhead nunca es fácil en ningún sitio pero en la Argentina de principios de los 80 bastante más difícil aún. Sergito lo hizo con coraje, solo y unos pocos lo siguieron. COMANDO SUICIDA fue el grupo que lo hizo diferenciándose claramente del resto de bandas que comenzaron a circular en esa Buenos Aires parida entre el final del Proceso y la naciente democracia, donde ser rebelde y haber nacido del punk había dejado de ser arriesgado. Muchos de los que habían nacido de ese mismo caldo primigenio, que fue una rebelión contracultural ética y estética, empezaron a gozar de las mieles del pop, los “peinados nuevos”, salir en la Rock & Pop, la televisión y a sentarse incluso a la mesa del Presidente de turno (hoy innombrable, claro) en la Casa Rosada.


COMANDO SUICIDA, nunca fue de la partida. Una posición “política” incorrecta, un modo de vida marginal, rechazado y estigmatizado hicieron de ellos un grupo mítico y maldito. Y Ahí están con “Al K.O” y sus emblemáticos borsegüies en la portada, el compilado “Invasión 88” y una colección de canciones transformadas en himnos de una tribu odiada y secretamente envidiada por muchos. Siempre estuvo Sergio, Sergito, poniendo el cuerpo y la cara mientras la vida pasaba y no dejaba de cobrar su peaje. “Me chupa un huevo”, agrega “No me importa nada”, repite (Never mind, I don´t care…) y yo le agregaría un gran “Me ne frego” ante el rechazo y el reniegue de muchos por ser él mismo y no haber perdido nunca su esencia. El “Nadie es profeta en su tierra” vuelve a cumplirse nuevamente. COMANDO SUICIDA es una banda conocida y reconocida en Europa: España, Italia, Francia… gracias a que sus discos fueron editados por el sello belga Pure Impact. Una legión de seguidores de dos generaciones reconocen fielmente ese espíritu de barrio, suburbio, futbolero y rebelde que aún pervive en Sergito y sus actuales COMANDO SUICIDA: Dieguito Rubiola, Facundo y Agustín.

 Este año trae nuevo disco y energías renovadas. Lo pude comprobar en el Club Pistones, el 13 de febrero en Buenos Aires, con una actuación soberbia donde compartieron fraternalmente cerveza y sonido motociclistas, skinheads, viejos punks y público sin enrolar. No faltaron las sorpresas y los invitados. Una vez más el inefable Marcelo Pocavida compartiendo escenario en “Babilonia” y quién escribe versionando “El Combatiente” de ANTI TODO, la primera canción de un grupo punk argentino sobre la Guerra de Malvinas.
      






Noche curiosa donde viejos enfrentamientos tribales ochenteros fueron superados definitivamente y sellados con una cerveza compartida entre Pocavida y El Árbol, un veterano "pelado" porteño. Anécdotas de primera mano y amistades de más de tres décadas rencontradas hicieron las delicias de los presentes. Y Ahí Sergito y COMANDO SUICIDA, como un deja vú perenne que se resiste a desaparecer.

Auténtico sonido rebelde que pervive y se regenera. “Último recurso”, “Grito proletario”, “Me cago en la yuta”, “Dios del trueno” o “Soy de Barrio” confirman la elección de ese camino difícil en esto del rock, del que afortunadamente de nada se arrepienten. Son el sonido subterráneo de una Buenos Aires encantadoramente difícil y también violenta. Oi! Argentino pionero que parece gozar de una salud y juventud secretamente deseada por muchos del ambiente. Y ahí Sergito con más de cincuenta años y tres décadas del rock más provocador, marginal y despreciado, que ya es leyenda.


Si algo aprendía a valorar con el tiempo es la amistad y el no renegar. Más allá de lo material, lo individual, los gustos o el pensamiento están las personas y el valor que ellas tienen como tales. Y en mi caso Sergito no es COMANDO SUICIDA sino mi amigo Sergio y eso me enorgullece. Así que hoy como ayer… me ne frego.