Hace
exactamente 100 años atrás un fantasma recorría Europa, el fantasma del
espiritismo. Europa y el mundo entero.
El
mundo real, optimista, positivista y material, el de La Gran Ilusión, estalla
en mil pedazos con la crueldad de la Primera Guerra Mundial y paradójicamente
convive con el otro mundo, el de lo oculto, el del más allá, el mundo de los espíritus
manifestados por médiums que emiten ectoplasmas por la boca, escritura
automática y sesiones espiritistas donde los difuntos se hacen presentes.
Fueron tiempos donde los farsantes hicieron su agosto pero también donde lo
verdaderamente misterioso e inexplicable tuvo lugar. Nos quedan riquísimos
testimonios a favor y en contra del espiritismo e incluso documentos fotográficos
escalofriantes algunos y otros ridículos y desopilantes.
Esa atracción por las
fotos en sepia, blanco y negro llenas de “ruido” de tiempos pasados que gusta y
espanta a la vez, se vuelve enfermiza hasta lo obsceno cuando en ellas se
aprecian rastros del Más Allá. Ahí están mezcladas los teleplasmas saliendo por
las narices y boca, hadas sobrevolando jardines, espíritus desconocidos que se
cuelan detrás de un desprevenido retratado, médiums levitando entre la
audiencia… en fin, testimonios de una época que ni siquiera sospecharía del
auténtico miedo material que marcaría el siglo XX y que hoy queda a la luz con
todo su candor e inocencia.
Comienza
el 2014 y ya estamos oficialmente recordando el primer centenario de esa época
que culmina con la primera detonación de la Gran Guerra y esa otra verdaderamente
dura que comienza. Muertos por doquier, de los auténticos, de los que dejan
viudas y huérfanos y también de los otros, los de los golpes en la mesa y la
posesión mediúmica. Nosotros nos quedamos con los últimos para celebrar el
aniversario de ese otro fantasma que recorrió Europa y el mundo. Larga vida al
Otro Lado.