21 de agosto de 2016

Phil Lynott, Thin Lizzy y Dublín


Ahí está. En pie y elegantemente ataviado para la eternidad. Apoyado suavemente sobre su instrumento que lo elevaría a la categoría de leyenda del Rock. Sobre un pequeño pedestal en medio de la acera de la calle Harry y Grafton Street recibe sin cita previa a cualquiera que quiera visitarlo. Es la estatua de bronce de PHIL LYNOTT en Dublín, indiscutiblemente su ciudad.


 Me emociono, no lo puedo evitar ni tampoco ocultar. Solo él y yo, y nadie más. Parece que el tiempo se detiene y los recuerdos del primer disco de THIN LIZZY que oí en mi vida vuelan sin control empañando mis ojos. Aquí estamos él  y yo frente a frente después de más de tres décadas. Vuelvo poco a poco a la realidad,  saco mi cámara fotográfica y disparo. Una y otra vez desde diferentes ángulos. Comienza a caer una fina llovizna que moja levemente el bronce y mis manos. Se acerca un señor mayor de bigotes plateados y gorra que sin emitir sonido alguno  y con un gesto me ofrece su teléfono móvil. Con una seña entiendo que quiere una foto con Phil. Accedo con gusto. Apunto, encuadro y click… Devuelvo el teléfono y ante mi curiosidad pregunto: -Do you know who is? El hombre responde algo avergonzado: -Non parlo inglese… Italiano! –respondo. –Si. Entonces le pregunto en la lengua del Dante si sabia quien era ese señor de la estatua con el que se había sacado una foto… Encogiendo los hombros me dice: -Ni idea. No me sorprendo porque lo sospechaba. Me limito a decirle que ha sido uno de los músicos de rock irlandés más grande de todos los tiempos. Nos saludamos y se marcha lentamente por donde vino. Regresará a su pueblo simplemente con una foto más de su estadía en Irlanda. Nada importante para él. Todo lo contrario para mí. Así es la vida... Me quedé un largo rato entablando una intima charla con el genio mestizo de la Isla Esmeralda antes de seguir mi camino.


Pero que quede claro que Dublín no es nada ingrata con el querido Lynott. La ciudad del Liffey lo tiene presente como a una especie de duende recorriendo sus calles pobladas de corazones rotos y oscuras pintas de consuelo. El rostro del líder de THIN LIZZY recorre la ciudad a tamaño gigante en los autobuses que promocionan al Wax Museum donde, lógicamente, cuenta con una escultura, igual en los anuncios del IRISH ROCK’N’ROLL MUSEUM donde cuenta con una sala exclusiva con recuerdos donados por su señora madre, Philomena Lynott, felizmente viva y en Dublín, en los flyers de los albergues y hostels, en postales e imanes de nevera de las tiendas de recuerdos, en las librerías con sus biografías, en las tiendas de discos con sus álbumes y en cada versión de las miles que se hacen en directo en cada pub irlandés día a día de cada año de “Whiskey  in a jar”… Aunque no es una canción de su autoría sino una canción tradicional irlandesa es imposible que no nos venga a la cabeza la versión de THIN LIZZY que la hizo famosa en el mundo entero.







La Ciudad de Dublín, fundada por los vikingos allá por el 800, donde pasaron por ella celtas, anglos, normandos, ingleses, irlandeses y ahora hombres del mundo entero rinde permanente homenaje a su hijo dilecto. Ni siquiera la fama y el postureo de Bono podrán con el mito de Phil. Al menos muchos no lo vamos a consentir.