Tendría que
haber estado viendo el concierto de THE DICTATORS en Burgos. El destino en
forma de salud me lo impidió. Pues estaba en casa, viendo la tele con mi niña después
de cenar. Recibo un WhatsApp a las 22:33 hs:
-¿Qué fuerte
lo de Paris… lo has oído? Un tío con un kalashnicov en un restaurante del
centro de París… madre mía…
-¿¿¿Qué me
dices??? Respondo.
-Pues sí. 18
muertos y también explosión en Estadio de Francia…
Escalofrío.
Presentía una tragedia aún mayor. Lástima que no me equivoqué. Me disculpo con
la peque y le dejo que siga viendo su programa favorito. Voy a otro aparato
directo a los canales de noticias. El horror, el espanto, la tragedia. Todos
los canales internacionales en directo desde la capital de Francia. El corazón
de Europa estaba siendo atacado por diferentes flancos. Caos, confusión,
frentes abiertos. Obama en rueda de prensa en la Casa Blanca. Hollande desde
los Elíseos. Al menos un par de terroristas suicidas en el Estadio Sant Denis de
Paris durante el partido que se estaba disputando se inmolan volando por los
aires. Mientras tanto, tres ataques simultáneos contra tres restaurantes
perpetrados por terroristas con Kalashnicov al grito de “Alá es grande”
masacran a decenas de parisinos sentados en sus terrazas de una hermosa noche de
viernes. También entran abruptamente varios terroristas disparando a mansalva en la
sala Bataclan con mil personas dentro donde esa noche tocaban la banda de rock americana EAGLES OF THE DEATH METAL.
Primero 20,
luego 35, más tarde 60 los muertos… al momento de escribir esto a primeras
horas del 14 N van 126 muertos en siete atentados. Recordaba un poco al
fatídico 11 S. Una avioneta se estrella contra una de las torres gemelas. ¡No, un
avión, ahora otro contra el pentágono y otro avión contra la segunda torre! Se
derrumban por completo! Es increíble... Es la guerra…
Aquí también
es la guerra. Y lamentablemente los malos de verdad llevan la delantera y desde
hace tiempo. Recuerdo gente que mientras veía caer las torres gemelas en medio
del fuego, humo y toneladas de escombros por televisión, en un bar con una jarra
de cerveza en la mano decían: “Que se jodan los yanquis. Por fin les dieron a
ellos dentro. Que se jodan”. Sé también que no pocos desde ese mismo confort
occidental y europeo piensen algo parecido. No tienen ni idea de que va la cosa
y esos son “los nuestros”.
Hoy la
tibieza, la corrección política, la comodidad y la hipocresía que nos domina en
forma de tiranía progre y buenista nos ha cegado, atado de pies y manos y nos
convierte en presa del yijadista enmascarado con el cuchillo en la mano. Ellos
si lo tienen claro, no dudan, se forman, estudian, entrenan sin descanso y
vienen a por nosotros. Nosotros no. Cualquiera de nosotros podía estar sentado
en una terraza con una cerveza en la mano mientras mandamos bonitos emoticonos
con nuestros bonitos móviles. Cualquiera de nosotros podía haber estado con la
cara pintada con los colores nacionales viendo un partido de fútbol. Cualquiera
de nosotros podría estar flipado en un concierto de rock con nuestros amigos.
Cualquiera de nosotros, nuestros amigos, nuestras novias, nuestras mujeres,
nuestros hijos pueden ser objetivos de estas bestias asesinas que solo quieren
matarnos por no tener ni su ley ni su dios.
Mientras aquí en Europa dejamos la vida por
los derechos de pollos, toros, perros y demás bestias divinas, mientras estamos
preocupados por la contaminación, los sexos más estrambóticos, lo cancerígeno del
chuletón, los derechos más estrafalariamente inhumanos y distópicos e independencias de
naciones con historias inventadas por ladrones, ellos, nuestros auténticos
enemigos, ya avanzan por las calles de nuestras capitales.
Es tarde, difícilmente pueda remontarse una situación como esta pero es nuestra culpa. Hoy lo que queda de Europa y Occidente no mueve un dedo para cambiar la situación. Ninguno de nosotros dejaría el confortable sofá del salón para plantarles cara donde sea. Todos somos progres y nadie aceptaría un muerto en una guerra. Nos conformamos y lavamos nuestras conciencias con carteles de Welcome Refugees en la fachada de nuestros ayuntamientos, donando 10 euros a ACNUR cuando nos lo piden suplicando por la televisión a la hora de comer o siendo tolerantes con los intolerantes por twitter. Cobarde hipocresía. Ellos nos declararon hace tiempo la guerra y no queremos aceptarlo. Así, estamos condenados.
Es tarde, difícilmente pueda remontarse una situación como esta pero es nuestra culpa. Hoy lo que queda de Europa y Occidente no mueve un dedo para cambiar la situación. Ninguno de nosotros dejaría el confortable sofá del salón para plantarles cara donde sea. Todos somos progres y nadie aceptaría un muerto en una guerra. Nos conformamos y lavamos nuestras conciencias con carteles de Welcome Refugees en la fachada de nuestros ayuntamientos, donando 10 euros a ACNUR cuando nos lo piden suplicando por la televisión a la hora de comer o siendo tolerantes con los intolerantes por twitter. Cobarde hipocresía. Ellos nos declararon hace tiempo la guerra y no queremos aceptarlo. Así, estamos condenados.
El Imperio
del Sol Naciente inmolaba a sus mejores hijos contra los buques enemigos en el
Pacífico. Tenían claro su objetivo. Solo los detuvieron 3 bombas nucleares. 3. Hoy
esta guerra es totalmente diferente y la van ganando ellos, lamentablemente.
Toda una nueva y joven civilización se enfrenta a otra vieja y acomplejada. Su
campo de batalla son nuestras ciudades y no toman prisioneros. No temen morir,
nosotros sí. No es terrorismo, es una nueva forma de lucha que cobardemente no aceptamos.
Hubo un Ministro de Defensa que hace no mucho tiempo atrás dijo ”prefiero morir
a matar”. En esas estamos...
Si, sé que
soy terriblemente incorrecto con mi pensamiento pero por eso está aquí en
AUDERE que en latín significa ATREVERSE, OSAR y desde este humilde puesto
osaremos mantener el AMOR SIN LIMITE POR LA CIVILIZACION Y LA CULTURA.
Pues esa
fatídica noche del 13 de noviembre recordaré por siempre que estaba en casa
viendo la televisión con mi hijita. “¿Papá y tu donde y qué estabas haciendo
ese día?”. Ojalá nunca tenga que escuchar esa pregunta como reproche de sus
labios porque no me atrevería a darle la respuesta.