Cuando GENERATION X sonaba en sótanos londinenses allá por 1978, el mundo parecía que estaba a punto de ser destruido por una hecatombe nuclear. Billy y sus compinches eran solo una muestra de gran parte de los jóvenes nacidos en la primera bonanza económica luego de la II Guerra que sintieron frustración existencial ante una sociedad que ya no ofrecía lo que sus padres recibieron. Comenzaron a salir como setas después de la lluvia gritando el hastío de la hipocresía que carcomía la cotidianidad. Ruido, rock, actitud, juventud, provocación ética y estética fueron sus señas. En verdad detrás de "destruir al sistema" se buscaba encontrar una nueva forma de diversión frente al aburrimiento de entonces. Billy y sus compinches fueron jóvenes, muy jóvenes y punks. Billy era bueno sobre el escenario y por entonces consiguió la aprobación y la admiración de sus rebeldes coetáneos. Y esta ha sido bien merecida.
Hoy Billy es un millonario que vive en una enorme mansión y en los alrededores de la misma cientos de miles de jóvenes frustrados sobreviven en un mundo que vive al borde de una nueva hecatombe. Billy es y ha sido un grande porque siempre entendió las reglas del juego y las aceptó. Y finalmente Billy al juego lo ganó.